Siempre había pensado que ser madre te cambiaba, no sólo la vida, sino también como persona. Sin embargo lo que he venido experimentando desde que nació el pequeño Lucas es mucho más de lo que jamás hubiese podido imaginar.
Por suerte, intentando analizar de una manera objetiva todos los cambios que he podido ir apreciando, creo poder decir que la gran mayoría son claramente positivos y enriquecedores; por lo que no puedo dejar de dar las gracias, ni un sólo día, por todo lo que la maternidad me ha regalado a parte, obviamente, de un bebé increible.
No pretendo hacer creer que ser madre te da súper poderes, ni quiero vender una imagen de súper mami; simplemente me gustaría compartir con vosotras los cambios, o llamemoslas mejoras, que he ído percibiendo estos últimos meses, porque a mí me tienen muy pero que muy contenta. Me siento como una versión mejorada de mí misma, y ahora os explico por qué.
Antes de tener a Lucas y de quedarme embarazada ( porque el embarazo de por sí ya te cambia bastante ) había una lista de cosas que me limitaban, o me daba miedo hacer, o que no me consideraba lo suficientemente capaz de llevar a cabo. La lista de los horrores la llamaba yo.
En este post me gustaría hablaros de las tres cosas que ocupaban los puestos de honor de esa lista.
1. Para ser conductor de primera ....
Me saqué el carnet de conducir hace 9 años un poco por eso de que hay que tenerlo, que nunca se sabe, en caso de emergencia, etc.... pero reconozco que nunca me hizo especial ilusión. De hecho, ya el proceso de sacármelo fue de por sí largo y doloroso. La teórica la aprobé a la segunda ( debí ser la única desgraciada a la que le tocaron cinco preguntas de mecánica la primera vez) y la práctica me la saqué, nada más y nada menos que, a la quinta!!!
Desde el principio sentí rechazo, inseguridad y miedo hacia todo lo que conlleva ponerse al volante; empecé a odiar a todos los demás conductores, porque, evidentemente, todos los demás conductores tenían una fijación conmigo y me hacian la vida imposible en cuanto ponía la primera... En fin un millón de paranoias varias con las que no quiero aburriros.
El caso es que cuando empezó a acercarse la fecha del parto empecé a darme cuenta que coger el coche tenía que dejar de ser un problema, ya que Lucas iba a necesitar que su madre fuese independiente y pudiese llevarle de un sitio a otro.
Pues bien, aunque ya me lo había propuesto firmemente pensé que iba a ser una de esas cosas que cuestan sudor y lágrimas; sin embargo no ha sido así.
No digo que me haya convertido en una amante del coche, ni que me relaje o que esté deseando cogerlo y disfrutar de la sensación de libertad... nada de eso, simplemente cojo el coche con normalidad. Duermo la noche antes de cogerlo, y no me sudan la manos al ajustar el asiento o el retrovisor. Sigo odiando a la mayoría de los conductores y sigo pensando que desde algún lugar del planeta, me espian y van poniendo coches, semáforos, controles de velocidad etc... allá por donde paso para hacerme la vida imposible. Pero lo importante es que nada de todo eso me limita...y eso en si mismo aumenta mi sensación de libertad y seguridad.
2. No dejes para mañana ....
No que me considerase una persona perezosa, ni mucho menos parasitaria, pero para algunas cosas pecaba de poca constancia y tendencia a "dejarlo para más tarde".
Evidentemente con la llegada de Lucas esto cambió. Las prioridades, es decir todo lo referente a él, tenían y tienen que ser hechas al momento sin excusas; por lo que todo aquello que no es prioritario queda directamente relegado a la categoría del " en cuánto tenga un minuto". El resultado de todo esto no es otro que el estar haciendo cosas, de cualquier tipo, pero cosas a fin de cuentas, todo el tiempo. Y si bien es cierto que cuanto menos se hace menos apetece hacer, también es válido al contrario. De ahí que haya desarrollado una especie de hiperactividad alucinante, y que me encanta, lo reconozco.
No consigo echarme más de veinte minutos de siesta ( cuando yo era de las de dos horitas mínimo), cuando el peque está despierto me lo llevo a dar largos paseos por la playa o hacemos mil cosas juntos, aprovecho también para quedar con amigas que también acaban de ser mamis y tienen horarios parecidos a los míos, etc...Cuando Lucas duerme me dedico a hacer todo aquello que no consigo hacer cuando él está despierto, y si me sobra tiempo, en lugar de sentarme un ratito a leer, o a tomar el sol en la terraza, me pongo a probar recetas nuevas, a documentarme para el blog, a preparar clases, a mejorar mi manualidad ( como os comenté en un post anterior es uno de mis objetivos 2014) y un sinfín de cosas más.
Al final del día estoy agotada, pero al mirar atrás me doy cuenta de que se trata de un cansancio derivado del tiempo dedicado a mi niño, y a una alta productividad por lo que es un cansancio mucho más llevadero que el cansancio de sofá.
3. Si puedes pensarlo puedes hacerlo....
La frase de Walt Disney me viene como anillo al dedo para introducir el tercer punto.
En el primer post del blog expliqué con pelos y señales lo mucho muchísimo que me costó transformar las ganas de hacer un blog, en decisión y convicción para llevarlo a cabo.
Miles eran los miedos e inseguridades que me frenaban, desde el título del blog, hasta de qué temas iba a querer hablar, o a quien iba a interesar lo que yo pudiese escribir. Tal vez el título del blog sea mejorable ( casi todo lo es...), puede que no todos los temas que trato sean igual de interesantes para todo el mundo y aunque no tenga millones de lectoras cada semana, las que me seguís sois fieles, por lo que me tomo muy en serio el seguir añadiendo ingredientes a este batido con sabor a vida que empezó de una manera repentina, a pesar de haber sido algo largamente meditado.
Muchas veces pienso, escribiendo los posts arrancando ratitos de donde puedo, porqué no me decidí a empezarlo antes de la llegada de Lucas. No puedo evitar pensar la cantidad de tiempo que le podría haber dedicado, los muchísimos posts que podría haber publicado cuando no había nadie que me reclamara constantemente... sin embargo cada vez tengo más claro que el haberlo empezado después de la llegada del peque no es una casualidad.
Él me dió la fuerza y la seguridad necesarias para lanzarme, me hizo entender que si había sido capaz de traer al mundo una cosita tan bien hecha cómo él, no podía no podía darme miedo la idea de compartir, a través del blog, el montón de cosas, experiencias y opiniones que comparto semana tras semana con todas vosotras. Así que si os gusta este rinconcito en la red... hay que darle las gracias a Lucas ( y a la otra L de mi vida, porque es justo reconocerlo, insistió mucho tiempo para que le diese forma a esta idea)
¿Vosotras teneis una lista de los horrores? ¿Hay algo que os gustaría hacer pero que os da miedo probar?